Friday 27 November 2015

Insomnio

¿Adónde queda todo aquello
que nunca dijimos?
Habla ahora o
calla para siempre,
permanece atrapado
en la nebulosa del pasado.
Voy recogiendo mis pedacitos
como puedo,
forzándome a no pensar
en aquello que me quema por dentro.
Intento entenderlo,
pero ¿quién me entiende a mí?
Voy a la búsqueda
de algo no quebradizo,
algo por lo que luchar y
que no dejes de lado facilmente
para entrar en otras pieles.
¿Cómo volver la vista a otro lado,
si hay imágenes que se graban en la retina?
Que este barco se hunde
si no remamos los dos.

Monday 16 November 2015

Luz


¿Qué es esta luz?
Casi ni la reconocía.
Han pasado más de tres navidades
desde la última vez.
Todo cobra color
allá donde miro,
la luz se filtra
por todas partes.
Dulce incertidumbre ahora,
no sé qué me has dado,
no queda ni rastro de lo de antes.
Querida luz,
¿estás aquí para quedarte
o solo es una prueba más?
Apaga la luz
(de la mesita),
que mañana es otro día
y no puedo esperar
a la próxima vez.

Saturday 7 November 2015

Empate a cero


¿Qué estamos haciendo?
¿En qué momento dejamos que pasara?
Se nos va de las manos
este soga tira que no cesa,
sin dejar que cicatrice la herida.
Porque yo dije,
tú dijiste,
nosotros nos dijimos.
Subidos al tren con trayecto Expectativas – Decepción,
las razones para quedarnos
se evaporaron y condensaron,
cansadas de ser ignoradas.
Rompe mis esquemas
con otra de tus falacias,
acaba con la última de mis células,
que tus brazos, una vez mi hogar,
ahora son mi alambre de espinas.
Extraños a los ojos del otro,
te miro y ya no sé a quién veo,
he dejado de buscar en tu mirada indiferente
al que fuiste un día.
Con la respiración entrecortada
intentando destruirnos mutuamente,
recompensa para el que aseste el peor golpe,
así duele  menos la caída.
Líquido tóxico en nuestras venas,
del resentimiento acumulado alfabéticamente,
hasta que el corazón se acelera
y se disparan las palabras;
palabras,
demasiado tarde para retirarlas,
que nunca creí que me oiría decirte,
no a ti.
Pero espera,
no podemos acabar así,
puede que aun quede un resquicio de sentimiento
que nos impida hacernos más daño,
porque en el fondo sí que llegamos a querernos,
y  aunque esos  recuerdos estén cubiertos
por una niebla cada vez más densa,
recuerda que existió,
solo que ha llovido tanto desde entonces
que nos ha llegado el agua al cuello.
Cerremos la puerta,
ni tú ni yo,
dejémoslo así:
Empate a cero.
Publicado en el blog de Maclein y Parker: http://macleinyparker.com/wordpress/?p=1150

Hard Rock Baby


Hasta hace unos pocos meses
mi vida podía resumirse en una sucesión
de años despreocupados,
donde la cena se pisaba con el desayuno,
junto a mi banda de rock,
y el cuerpo era un mero recipiente
alimentado de los gritos de la muchedumbre.
Mi único legado eran las canciones
que me dieron el tan soñado éxito,
con la juventud eterna como lema,
desenfreno en masa,
letras cargadas de descontento
y alguna sustancia de más en las venas.
El sueño me invadía con los hercios
aun retumbando en los oídos,
sin noción alguna del tiempo
y algunas veces hasta del espacio.
Ahora vuelvo a casa donde me espera
mi fan más incondicional, mi hijo.
Las canciones que escribí se reproducen
en modo automático en mi mente
cual banda sonora de mi rutina,
hago giras nocturnas por los pasillos de casa,
las horas las marcan los biberones
y doy conciertos a capela junto a su cuna.
Aun siento las cuerdas de mi guitarra
en la yema de los dedos,
he cambiado los bajos por su risa,
pero no cambio por nada
el sentir sus manitas entre las mías,
la más bonita de mis creaciones,
quien le da sentido a todo,
a quien querré toda la vida.

 Publicado en el blog de Maclein y Parker: http://macleinyparker.com/wordpress/?p=1110

Tráfico


Una de las cosas que más lo relajaba era asomarse al balcón del apartamento. No era un espacio grande, pero era suficiente para apoyarse en la baranda a contemplar el día a día de las vidas de la gente del vecindario. Le gustaba la zona, no solo por su gente, sino por ser además muy tranquila. Otra de las ventajas era que tenía todo lo que necesitaba cerca: supermercado, tiendas, hospital, parque, etc. El piso tenía vistas a los comercios principales de la calle: una zapatería, una panadería y una frutería.

El calor de agosto vaticinaba una larga noche dando vueltas en la cama. Le estaba costando más de lo habitual conciliar el sueño y pensó que quizás un whisky lo ayudaría. Con el vaso en la mano, se puso a mirar por el  balcón, con la orquesta nocturna de grillos y chicharras como única compañía.

Vio llegar dos furgonetas que se detuvieron frente a la frutería. Unos ocho hombres trajeados se bajaron de ellas y dieron unos golpecitos en la cancela metálica. Se giró para comprobar la hora en el despertador de la mesita. Los grandes números brillaban en la oscuridad: las 03:18. El dueño les abrió la cancela, haciéndoles un gesto para que entraran. Juraría que era una frutería muy pequeña y le costó imaginarse a tanta gente en el interior.

No era curioso por naturaleza, ni mucho menos cotilla, pero la escena que acababa de presenciar lo había dejado tan desconcertado  que decidió bajar a Monty, un Cocker Spaniel que también seguía despierto, y así aprovechar y echar un vistazo por la frutería.

Monty no parecía estar muy entusiasmado con el paseo nocturno, y le hacía señales tirando de la correa para que volvieran/tiraba de la correa en dirección a casa. A decir verdad, solo tenía a Monty, compañero inseparable.

 Acercó la cara a la cancela para intentar ver a través del cristal. Podían intuirse algunas formas gracias a la luz de las farolas que se filtraba a través del cristal de la puerta. Escuchó una música de fondo procedente del interior. Todo parecía estar normal ahí dentro. Se intuían en la oscuridad los montones de cajas de fruta expuestas, pero no vio ni rastro de aquella misteriosa reunión. En aquel instante, de una puerta que permanecía oculta a la luz del día, salió uno de los hombres en traje.

El dueño de la frutería debía haberse esmerado mucho para camuflar aquella puerta, pues estaba seguro que de que no había puerta alguna allí, solo una de entrada y salida, desde la que observaba ahora mismo. Todo ocurrió muy deprisa. A pesar de la oscuridad, estaba seguro de que su mirada y la del individuo se cruzaron, pues este se detuvo en seco en su dirección. Lo miró a él y a su perro, y se apresuró a la habitación de la que provenía, probablemente para avisar al resto de que había alguien merodeando fuera.

 Asustado, volvió corriendo a casa, con Monty. No sabía muy bien por qué corrió de vuelta a casa ni por qué estaba asustado, pues no había hecho nada malo. Se rio para sí mismo por la situación y su reacción ante la misma, y la forma tan ridícula en la que había actuado.

Al día siguiente al volver del trabajo, encontró a Monty muerto en el salón. No había señales de que alguien hubiera forzado la cerradura ni se habían llevado nada. Monty yacía inmóvil aunque sin heridas aparentes. No sabía si llamar a la policía. No tenía pruebas de nada, pero sabía que habían sido ellos, a modo de advertencia.

Bajó a la frutería para pedir explicaciones, pero el dueño no parecía estar en ese momento, por lo que decidió entrar a la habitación camuflada y ver quiénes eran realmente estos hombres, y qué asunto tan privado llevaban entre manos como para acabar con la vida del pobre Monty sin razón. Al entrar en la amplia habitación sin ventanas no vio nada fuera de lo común. Una gran mesa y varias sillas presidían el centro, probablemente donde se discutían los temas de aquellas reuniones. Un intento de  mini-bar estaba situado a la izquierda, más cercano a la mesa central, con algunos vasos olvidados de la última reunión. Había un mueble archivador a la derecha, con montones de carpetas y papeles desordenados, y lo que parecían unas estanterías cubiertas con mantas.

 A día de hoy no ha contado a nadie lo que vio tras aquellas mantas. Botes etiquetados de varios tamaños contenían formas carnosas conservadas en un líquido transparente. Cogió uno de los botes de mayor tamaño para examinarlo más detalladamente. Su etiqueta decía  “721- 08/2015 – P”. Contempló horrorizado el contenido del bote. ¿Era un pulmón? De repente recibió un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente en el suelo.

 Al despertarse, se encontró en el interior de un camión en marcha. Estaba bastante dolorido, pero no en la cabeza. Sentía un dolor agudo en el costado izquierdo, y al levantarse la camisa algo manchada de sangre descubrió que tenía una cicatriz de unos diez centímetros, resultado de una operación reciente que él no había presenciado. Empezó a sentirse mareado, y escuchó un idioma que no conocía en el exterior. Comprobó la cicatriz una vez más, y vio que justo al lado alguien le había escrito con rotulador: “Sorry”.
Publicado en el blog de Maclein y Parker: http://macleinyparker.com/wordpress/?p=1068

Tiempo de cambio


                                                               Hay un momento en el que una voz nos dice que
                                                                      ha llegado el tiempo de una gran metamorfosis.
                                                                                                                  -     Rubem Alves

[9:13am]
Hace una semana recorrió los pasillos del hospital en la camilla rumbo a quirófano bajo un cielo artificial de luces fluorescentes. Sus latidos se aceleraron al llegar a la inmaculada habitación con olor a látex y antibacterias. Había esperado ese día toda su vida. En cuestión de minutos, unas preguntas por parte de los médicos y le indujeron al sueño del cambio.

Hoy ya le han dado el alta y puede volver a casa estrenando su falda. Le gusta lo que siente y cómo le queda. Tenía preparada la ropa para cuando saliera, pues ya no necesitará aquella con la que entró. Ahora todo es como debió haber sido desde el principio, solo que la naturaleza se equivocó. Baja las escaleras algo dolorida, pero orgullosa, pues  nadie podrá poner en duda que ya es mujer.

Llega a casa en taxi desde el hospital y, como de costumbre, mira una vez más su buzón antes de subir: Luis Rivero. Tendrá que arreglar unos cuantos papeles, pero el cambio más importante para ella ya está hecho. Entra en su habitación y al abrir el armario mira con ilusión la ropa que no puede esperar a ponerse. Su madre le ha pedido que vaya a casa esta noche, donde van a darle una fiesta sorpresa para celebrar el nacimiento de su nuevo yo.

[11:04am]
Mientras se mira en el espejo, Alicia contempla su nueva forma. Donde antes había hendiduras ahora hay una bonita forma femenina. La zona de las costillas ya no está tan marcada, ni su pelvis sobresale hasta el punto en que le molestaba a ella misma estar tumbada boca abajo. Ya tiene curvas de mujer y su cara se asemeja más a la de una adolescente, dejando atrás a la niña de ojos hundidos. Ha sido un largo camino, para ella y los que la rodean, pero lo más importante es que ahora se quiere, y le gusta lo que ve. Ha aprendido que la perfección no existe y que la autodestrucción no es el mecanismo de defensa adecuado. La voz enfermiza que le susurraba en la cabeza remitió ante la otra voz que le decía que el cambio era necesario.

Tiene una cita al mediodía, su primera cita de verdad.  Ahora que ya se quiere, deja que otros la quieran. Va a ponerse la ropa que ha comprado junto con su madre varios días atrás. Ropa especialmente para la cita. Su madre está feliz de ver el nuevo brillo en su cara. Su padre insiste en que la lleva al centro en coche, y ella en que a la vuelta cogerá el último cercanías. Lo que le produce ansiedad ya no es comer fuera con otra persona ni pensar en la comida, sino con quién va a comer y el hormigueo que siente cada vez que la mira.

[12:23pm]
A juzgar por los resultados, no había lugar a dudas de que su organismo había cambiado. Estaba claramente ante un caso de metamorfosis celular. El recuento de leucocitos había aumentado considerablemente, al igual que sus trombocitos, que además, habían incrementado su tamaño. Los linfocitos han vuelto a su cifra normal. Una vez analizados los resultados, llama a Irene desde el laboratorio para que acuda a la clínica. En menos de una hora, Irene llega con su marido, con aire inquieto y expresión de no saber qué esperar. Ambos parecen nerviosos y están cogidos de la mano.

- No voy a hacerles esperar más. Pensé que sería más oportuno comunicarles la noticia en persona. Irene, tengo los resultados de la última prueba. A partir de ahora quiero que lleves una vida plena y con total normalidad. Enhorabuena, has superado el cáncer.
Irene trata de asimilar lo que su médico acaba de decirle, pero las buenas noticias se han quedado atrapadas en algún punto de su subconsciente. Pasan por su mente a gran velocidad una hilera de recuerdos de una época que, aunque no ha sido la más dura de su vida, ha sido una larga lucha, de la que llegó un momento en que pensaba que no saldría. Gracias al apoyo de su marido, padres y amigos, se sintió más arropada que nunca y ahora, por fin, podría plantearse ser madre. Su marido la abraza y ambos lloran, pensando en la batalla librada. Al salir de la consulta, decide llevarla a un sitio especial antes de coger el tren de vuelta a casa.


[8:15pm]
Sentada en una de las sillas de  la cocina contempló sus pies. Nunca había tenido los tobillos tan hinchados. Hacía un tiempo ya que Marina no podía verse los pies. ¿Cuándo se habían puesto así? Era como si esa oleada de cambios tuviese lugar por partes. Había envases de yogur de limón por la mesa y, aun sabiendo que debía cenar algo antes de salir, su propio organismo le enviaba señales de que ya estaba lleno. Debía salir ya si quería llegar a tiempo, pero su cuerpo no respondía. Con la respiración agitada y el corazón latiéndole fuertemente, la idea de levantarse se le hacía un mundo.  Se sentía extraña en ese cuerpo. Miró hacia la ventana y vio que estaba abierta. Aun así, tenía mucho calor y se le pegaba la ropa al cuerpo. Desde la silla veía cómo su cuerpo subía y bajaba exageradamente al ritmo de la respiración. Le estaba costando adaptarse a su nuevo cuerpo, especialmente a ese reducido campo de visión y a mantener el equilibrio. Ahora le resultaba demasiado fácil caerse, y no entendía por qué.

Su marido la había llamado diciendo que llegaría el martes por la noche en vez del miércoles, así que hoy  le daría una sorpresa e iría a recibirlo al aeropuerto. El problema era que no estaba en condiciones de conducir y tendría que coger el tren y el autobús.
Cuando llegó a la estación vio que el tren estaba allí, y lo habría perdido de no ser porque echó a correr, en la medida en que su cuerpo le permitió, hasta subir el escalón de un salto. Una vez dentro, y con una mezcla entre alivio y falta de aliento, echó un vistazo al interior del vagón. Por suerte estaba casi vacío, excepto por una chica alta con falda, una adolescente y un matrimonio cogido de la mano.  Le llamó la atención que ninguno iba inmerso en el móvil, sino pensando en sus cosas. A cada uno de ellos los envolvía una sensación de sentirse realizados, como si todo estuviera en su lugar.

De repente sintió un dolor nuevo, punzante. Cerró los ojos y se llevó las manos a la barriga. No entraba dentro de los planes de esta noche. El suelo se mojó, o ella lo mojó,  y  como por acto reflejo a la situación que se presenta,  no puede evitar tumbarse. Los pasajeros, sorprendidos, acudieron de inmediato. Entre lapsos intermitentes de dolor, intentó distraerse mirando una de las pegatinas del interior del tren: “Ceder asiento a embarazadas”.
Publicado en el blog de Maclein y Parker: http://macleinyparker.com/wordpress/?p=989
 

Esperando en la sombra


No debí haberme olvidado la cartera en el baño. Es imprescindible en un día como el de hoy. Cualquier otro día hubiera estado bien. A fin de cuentas, no llevo mucho dinero encima, pues hace poco más de un año que estoy desempleado. Varios días a la semana me inscribo por internet a aquellas ofertas de trabajo que me parece que ofrecen condiciones más dignas, aunque tengo que reconocer que se me hace difícil encontrar algo decente entre tanta esclavitud. Venda aquí su alma por una miseria. Arbeit macht frei.

Con la idea de recuperar mi cartera, regreso a la librería, paseando sin prisa bajo esta tarde de domingo de  mediados de abril. No suelen dejar que nadie, excepto el personal, utilice el baño, pero al tratarse de un cliente habitual, me han dejado hacerlo más de una vez. Pierdo la noción del tiempo cada vez que entro en este lugar. De ahí que pasen incluso horas, mientras quedo inmerso en los libros, y entre portadas elaboradas  y sinopsis engatusadoras, llega inevitablemente la necesidad.

Entro al baño, y con alivio veo que sigue ahí. Me aseguro que contiene lo más importante. Hoy es día de elecciones, y sería una pérdida de tiempo acudir a las urnas sin el DNI. Como aún es temprano, vuelvo a echar un vistazo entre los pasillos de la librería. Pensar que todas las palabras, frases y conocimientos a lo largo de la historia se encuentran condensados ante mí en unos cuantos pasillos, esperando ser elegidos para cumplir su función, me fascina.

De colores vistosos o simples, más o menos gruesos,  recorro cada estantería con la mirada, hasta dar con un título que llama mi atención. Con el ejemplar entre mis manos, examino el dibujo de la cubierta. Tiene algo que me atrae. En ella, un hombre de espaldas al lector contempla la nada, una extensión de paisaje muerto ante él.  La tierra baldía, de T.S. Eliot. Lo abro, y busco el comienzo, donde el primer verso lee “Abril es el mes más cruel”. Sonrío. Recuerdo este comienzo, aunque nunca llegué a terminarlo. Me decido a comprarlo, y por fin salgo de mi pequeña cápsula del tiempo al mundo real, con la cartera en el bolsillo y el libro en la mano. Todo listo para ir a votar.

El colegio que tengo asignado resulta ser el colegio al que iba de pequeño. Cada día de elecciones es como un reencuentro donde puedes comprobar quién sigue por el vecindario y  quién ha rehecho su vida en otra parte; quién ha tenido hijos, y quién ha cambiado de pareja.  Es la oportunidad perfecta para ponerte al día con esas personas que, a pesar de vivir en tu zona,  no sueles ver nunca. Como los padres de tus amigos de la  infancia, que siguen sorprendiéndose de que sigas aquí. Aquí sigo.

Un flujo de gente que entra y sale, gente que conozco, que me para y me pregunta. Miran a T.S. Eliot en mi mano con curiosidad antes de irse. Compruebo en el papel una vez más dónde se encuentra mi mesa. Nunca entendí por qué hacen este proceso tan confuso. Tras recorrer las aulas como quien se asegura de  que las personas encargadas de recoger los votos  hacen su trabajo correctamente, al fin la localizo. De la A a la N.

Vuelvo a la mesa que está llena de papeles de colores, y tratando de darle privacidad a mi votación, me sitúo justo delante del montón de papeletas del partido que recibirá mi voto. Meto la papeleta en el sobre, que hace ahora de marcapáginas, y me pongo al final de la cola de mi mesa.

Mientras espero, echo un vistazo a mi alrededor  y la veo, no muy lejos de mí. No la veía desde que éramos pequeños y pasábamos las horas en los bancos de abajo de casa; esos bancos que nos han visto hacer amigos, perderlos, jugar a juegos inventados y hasta soportar riñas maternas. Ya no lleva las muñecas llenas de pulseras, ni es más alta que yo. Ahora lleva el pelo más largo, tiene un aire adulto y los tobillos bonitos. Ya no jugamos a qué queremos ser de mayor, ni dividimos las palmeras de chocolate en cinco trozos. Ahora estamos aquí decidiendo el futuro del país.

Nos gustábamos entonces, y nos lo contábamos todo, pero el tiempo y un par de discusiones tontas hicieron que nos separásemos. Sólo nos damos cuenta de la estupidez del tema de las discusiones cuando ha pasado el tiempo y está todo hecho.

Cuando mis amigos la hacían rabiar, ella cogía mi mano y me llevaba a otra parte, donde caminábamos sin rumbo, y me contaba cosas que, ahora que me doy cuenta, eran demasiado complejas para una niña de su edad. A veces, mientras cogía mi mano, me decía que yo era diferente a ellos, más bueno con ella. Yo no podía hacer otra cosa que asentir en silencio, y sentir su calidez a través de su mano, y estoy seguro de que ella notaba mi corazón acelerarse a través de la mía.

Me gustaría saber de ella, si ha conseguido aquello que siempre quiso, o si como yo, sigue esperando su momento en la sombra. No sé si estará con alguien, pero seguro que se alegra de verme y me brinda una de sus sonrisas por las que vale la pena hacer cualquier locura de niños. Invitarla a un café estaría bien. Abro la cartera y me doy cuenta de que sólo llevo 1 euro y 3 céntimos. Cierto, el libro. Mis ojos van de la cartera, a ella, y finalmente, al libro. Empiezo a caminar en su dirección y paso por su lado. Bueno, quizás nos veamos en las próximas elecciones. Puede las cosas hayan cambiado para entonces, o puede que todo siga igual. Con Eliot bajo el brazo, y tras decidir sobre el futuro del país, salgo del colegio para volver a recorrer las calles que me han visto crecer.
Publicado en el blog de Maclein y Parker: http://macleinyparker.com/wordpress/?p=944

El amante


Su amor no sobrevivió al tiroteo de decepciones. La quería. Lo supo la primera vez que la vió apoyada en la pared, sujetando con gracia un cigarrillo. Sus labios se curvaron, y de ellos salió una nube de humo que se elevó hasta perderse en la noche. Cuando terminó de fumar, volvió a entrar al concierto de la banda que los uniría. La quería, a pesar de que ella le dijera que era de otro también.
Verla tendida en la cama, las curvas de su cuerpo recibiéndolo cada fin de semana. No podía soportar la idea de que otro estuviera en los mismos sitios que él disfrutaba. Por la mañana preparaba café para dos, mientras la escuchaba cantar en la ducha. But I still haven't found what I'm looking for. Cada domingo ella salía del apartamento, dejando atrás vapor de ducha, media taza de café frío y un corazón herido.
¿Llegaría el día en que ella no tuviera que irse más? Incierta, la vida del amante. ¿O era el otro el amante?
Con el tiempo ella le pide distancia para pensar en una decisión que siempre estuvo tomada. Se volverían a ver, le aseguraba, cuando todo estuviera en su lugar, y ella pudiera contentarse con el calor de una sola cama.
Ha pasado un año ya , y vuelve a querer saber de ella. 365 oportunidades para empezar de nuevo, pero su vida ha estado entre paréntesis desde entonces, observando como mero expectador.
Ahora espera en el coche antes de ir a trabajar, aparcado frente a una casa que no es la suya, pero en la que fue muy feliz intermitentemente. La ve salir con él. Pequeña banda dorada en anular izquierdo. Siempre le había dicho que no le gustaba llevar anillo. Van sacando bolsas y metiéndolas en el coche, dejando con especial cuidado, algo más grande en el asiento de atrás. Su bebé.
Solían jugar al ajedrez en tardes de lluvia. Otro jaque mate. Quizás este fuera el peor de todos. Los ve salir en el coche, rumbo a un día más en la vida de otra familia cualquiera.

Queda inmóvil, inmerso en sus pensamientos. Como por acto reflejo, aprieta los puños con fuerza, para no dejar escapar las últimas gotas de esperanza albergadas tanto tiempo, que ahora escapan desbocadas,  mientras en la radio suena de fondo Where the streets have no name.

Publicado en el blog de Maclein y Parker: http://macleinyparker.com/wordpress/?p=930

Monday 12 October 2015

He perdido las llaves de mi coche imaginario


Sunday 30 August 2015

Ojos












Sentados uno frente al otro,
clavo mi mirada en la tuya,
ojos castaños.
En tiempos de hastío,
he buscado tu mirada entre la multitud,
en las calles llenas de gente vacía.
A veces, indefensa, 
he pedido a gritos sordos una mirada,
que te claves en mi iris azul y no te vayas.
Y finalmente llegar a ti,
ansiado descanso.
Que nuestros ojos se cierren al dormir,
es el único descanso que encuentro de este mundo
 que cada vez es menos mundo,
si no fuera porque estás aquí.
Como decía Neruda, se cierran tus ojos
pero soy yo quien duerme.

Friday 24 July 2015

Dejó una nota

Con cada lectura tenía una interpretación distinta de la nota. Quizás fuera mejor dejar de leerlo. Leyó el mensaje tantas veces como se lo permitieron sus ojos, pero con cada lectura quedaba más desconcertado. ¿Y qué más daba si leerlo le hacía bien o mal? Tenía que leerlo una vez más. Dejó la nota donde la había encontrado, e iría a ese mismo punto día tras día, llegando a una conclusión diferente. Después se pondría un vaso de whiskey y se sentaría a ver su programa favorito.
A día de hoy aún no le quedaba claro por qué se había ido, dejándolo atrás.

Monday 1 June 2015

My favourite spot


 
There’s this place I always go to when I’m feeling low. I have to climb a steep path to get to the top of the mountain. When I reach the summit, even though I’m breathless, the warmth of this place traps me, and I surrender to its beauty. While sitting down with my back on a rock, I contemplate the magnificent view below. It’s in this magical moment of quietness when everything falls  into perspective and I can see things more clearly.

Saturday 16 May 2015

Off to the sea
























I'm leaving,
I can feel the breeze
on my face.

Will the street lights
miss me when I don't
wander along your
street anymore?

I'm coming back
to the sea,
away from a world
where I don't belong.

I'm leaving.
Can you hear my voice
in this silent night?

Goodbye empty seats,
Will you remember
that I only stayed for you?

Waves. Waves. Waves

Thursday 7 May 2015

Historia de una escalera

Llevamos mucho tiempo
en el mismo escalón
de esta escalera.
Por mí, subiría,
pero insistes en que te quedas.
Cuando la perseverancia
se convierte en masoquismo,
tanto esperar desespera
ya no es lo mismo.
Ya no tengo interés en subir,
me vuelvo al principio
no te preocupes,
sé el camino.

Thursday 16 April 2015

Silence. There's something wrong.
- "He’s gone, Reed."
I had to sit down.
- "What do you mean he’s gone?"
Silence. He's pondering the words he's about to say.
- "Dad's gone. They can’t find him anywhere. He just vanished."
Another long silence takes over us. Neither of us have ever been good communicators.
While I was lying in bed, thoughts of my childhood years came to my mind, like waves on the shore. Happy memories of baseball games with my father and brother, and family meals with my mum’s stew. As I fell asleep, all I could hear was the sound of two children laughing and the clock ticking by the bedside table.

     Cuando  Möhl dejó de oír el goteo de la ducha del baño, supo que algo andaba mal. Un silencio abismal lo había despertado de un sueño profundo. No es que no se alegrara de que la sucesión a intervalos iguales de gotas hubiera cesado, o que no disfrutara del silencio que le brindaba su hogar desierto; simplemente un silencio tal no tenía cabida en este mundo.
     Se armó de valor y al salir de la cama se dirigió con paso seguro a la cocina. Abrió la nevera para comprobar que la puerta seguía crujiendo como de costumbre. Nada en absoluto. ¿Debería preocuparse? La gente normalmente se inquieta por los ruidos que desconoce, no por los silencios desconocidos.
     Después del segundo vaso de agua, decidió volver a la cama y no pensar más en ello. Poner la televisión para acallar tanta quietud sería buena idea, y seguramente le ayudara a quedarse dormido. El sueño se apoderó de él, sin reparar si quiera en el hecho de que la televisión tampoco tenía volumen.
     Despertó en mitad de la noche en una calle desierta. El suelo, mojado por la lluvia, reflejaba las luces de semáforos y escaparates. Desconcertado, se incorporó, y por un momento se alegró de oir algo que no fuera quietud. Conocía ese ruido, que no era un ruido despues de todo. Born in the U.S.A.
"Dónde estoy y cómo he acabado aquí?"
Mi felicidad llena la habitación con su luz, pero siempre queda un rinconcito oscuro.
I stood up.
“I just need to get out and vent, clear my head.”
She didn’t move, still sitting, head resting on her hand, the other one over her lap.
– “It’s okay to be scared. Do you think I’m not scared?”
– “Don’t you ever get tired of this? Tired of me?”
– “Sometimes I feel like giving up, to be honest. I feel so drained I want to run away. I feel like running through the streets with no destination in mind, in hopes that someone can find me.”
– “Why don’t you do it then?”
– “Because I always hope that the person who finds me is you.”
I just don’t know who I am anymore. I have a look at these things scattered on my bedroom shelves. They remind me of my childhood, but it feels like they belong to someone else’s past, not mine. No matter how I am, I keep disappointing people around me, so I don’t know how to become the kind of person they expect me to be.
– “Sólo el 30% de las noticias son buenas.”
– “Claro que pasan cosas buenas, sólo que nadie se fija.”
– “Watching people like him made me happy. It gave me a sense of hope.”
– “Hope?
– “Hope in human race. That not everyone wanders this earth empty and tormented.”
– “But I’m always angry at him. He has this special ability to get me mad.”
– “And I bet you wouldn’t want anyone else to get you mad the way he does.”
– “…”
– “That’s called love, dear.”
I’m crying over something that hasn’t happened yet. How stupid is that?
All the time many events are taking place simultaneously at different points of the city.
A man jumps off a roof.
There’s always something missing in our lives. We may have a job, but suffer from some health problem. We may be in a happy relationship but struggle to find a job. We may have a decent job, even with the possibility of saving money, enjoy some good health, but still struggle really hard to find that special someone to share our lives with. It was in this last situation, that he found himself.
When you come to think of it, we spend our lives wanting something we’re lacking. We never feel fulfilled, and that’s probably the curse of human race. Born to wander this earth with a feeling of perpetual emptiness. As time goes by, our situation changes, and we lack different things each time.
Falling,
dripping,
make
a sound,
liquid,
pouring
on the ground.
Take me to the time when hope still endured,
when my heart still beat
for a love that wasn’t gone.
Take me to the moments
when things were simpler,
the future brighter
and our bond stronger.
He had no smell. Not even that of soap, deodorant or shaving lotion. He didn’t smell good nor bad; he just didn’t smell.
Su relación comenzó como todas sus anteriores relaciones habían hecho: torpe e incómodamente.
A lump in her throat.
She checks every face in the crowds,
like a mother looks for her missing child.
I lost the battle. His shadows were too much for me to bear. I tried to save him, to finally let him go. He had a certain kind of darkness lying within himself. I couldn’t help him. No one could have done anything for him except himself. And he enjoyed his darkness, or so it seemed. He was a prisoner of his own darkness.